31.5.05

Encajado

Como ya imagino que todos saben, unos malnacidos me abandonaron hace ya un tiempo y ahora estoy rehaciendo mi vida con unos humanos que, aunque no comparables con los otros, sí que me han salido algo canallas (sobre todo él).

El caso es que de aquella época me han quedado algunas secuelas, como la pérdida de memoria parcial, pues no recuerdo bien lo que pasó exactamente en aquel tiempo.

Me parece que cuando me abandonaron lo hicieron sacándome por las malas del chisme ése en el que me gusta viajar sacando la cabeza por los agujeros de los lados para que me dé el aire. El coche le llaman.

Creo que es así como lo hicieron porque me da un mal rollo terrible que mi humano se acerque a mí para agarrarme con sus manazas y sacarme del coche en volandas. Imagino que ese pánico me viene porque así fue como creeo que se deshicieron de mí: sacándome en volandas y por las malas del coche, pues yo no habría querido bajarme de ahí por las buenas.

El caso es que el otro día, como siempre que vamos a visitar a la abuela y al Leo, me puse a forcejear con el canalla cuando quiso agarrarme para sacarme fuera:

-Ven aquí!
-No, no voy
-Que vengas!
-Que no!
-Que voy a por tí!
-Pues ven
-Ahora te cojo
-Ahora me aparto
-No te escabullas
-Yo me aparto y... ahhhguaauuu ¡¡choff!!

Y ahí que me caí y me quedé encajado vivo entre el asiento de delante y el de detrás. Y con las paticas por alto y todo.

No era la postura más cómoda que se puede uno imaginar, pero en peores me he visto.

-Peludo!! ¡¿qué haces?!
-Pues aquí, tomando el fresco ¿qué pasa?
-Ven aquí!
-Pues sí, ahora sí que lo llevas claro para sacarme

Ý ahí nos tienen, el canalla intentando sacarme, y yo haciendo fuerza para quedarme pegado al suelo.

Al final me sacó, jugamos con el Leo y me lo pasé de miedo. Yo sabía que íbamos a ver al Leo, pero no sé que me pasa, que cuando veo abrirse la puerta y al canalla que viene a por mí revivo el drama y me bloqueo.

Pero vamos, que yo por mí me hubiera quedado en esa postura el tiempo que hubiera hecho falta, menudo soy yo cuando me encabezono con algo...



Ahí me tienen todo encajado vivo
Encajado vivo me quedé y ni me inmuté

28.5.05

Punk

El Punk aún vive.

El otro día me enteré de que hace muchos años unos humanos inventaron una cosa que se llamaba Punk. No lo entendí muy bien, porque se lo oí al canalla, que se explica muy mal, pero entre otras cosas me pareció entender que por entonces algunos de esos humanos, entre otras cosas, parecían imitar a los perrines: se ponían en el cuello un collar de perro, orinaban en las esquinas y, en algunos casos, hasta aullaban como nosotros al cantar.

El caso es que ahora soy yo quien les hace un homenaje a aquellos humanos y me acabo de hacer un peinado con cresta, como se estilaba por entonces. Pero creo que no le ha gustado mucho al canalla, que ha dicho algo de cortar el pelo, y ha nombrado a la humana mala de verde. Creo que esto va a traer malas consecuencias.

De momento, ¡viva el punk! ¡The Queen is dead!

Auuuuuuuu

Peludo Punk
Ahí me tienen con mi cresta a lo Punk

26.5.05

Los otros concursos caninos

ChuchoAndaba yo algo frustrado porque, según dicen mis humanos canallas, yo no puedo partipar en los concursos caninos por algo relacionado con mi pedigree. No tengo muy claro de qué va eso, pero suena a discriminación canina.

Sin embargo, me he enterado de que no es necesario tener un árbol genealógico espectacular para poder lucir palmito delante de otros colegas y humanos.

Por medio de Melisa, Juli y Lara descubro que dentro de unos días hay dos interesantes concentraciones caninas, de interés para los colegas y los humanos dignos de serlo.

La primera de ellas es cerca de Madrid (España). Se llama IX Concurso de perros sin raza de la ANAA (Asociación de Amigos de los Animales), y he visto algunas cosas interesantes, como que, aunque son bienvenidos los perros con raza, los que no la tenemos, o... bueno, no la tenemos perfectamente identificada, somos los protagonistas.

Será el 12 de junio y habrá algunos premios muy chulos:
  • premio al macho más guapo
  • el más orejudo
  • el más peludo. Por motivos obvios, este me lo pido para mí :)
  • el más grande
  • el más pequeño
  • la hembra más guapa
  • el chucho más original
  • la mejor pareja niño-perro
  • y el más obediente (Estaba pensando presentarme también a esta modalidad, pero, no sé bien porqué, los canallas de mis humanos casi se mueren de la risa al oirme ladrarles dicha ocurrencia).

En Cieza (Murcia) hay otro festival muy interesante. Es el día 9 de junio y se llama 40 de Mayo: Perros en adopción. Este quizá no sea tan divertido como el anterior, pero seguramente es bastante más importante. Se trata de un desfile de colegas caninos, abandonados en la Perrera Municipal, que están buscando un humano que adoptar. Evidentemente este desfile está más pensado para humanos que, además, sean dignos de ser tenidos por tales.

¿Quién dijo que los chuchos no podíamos ser estrellas de la pasarela?

25.5.05

Cucarachero

Soy un perrín cucarachero. A veces me dedico a la caza de la cucaracha.

Es como casi todo. La cosa empezó por curiosidad y terminó por necesidad. La primera vez que vi una cucaracha acudí inmediatamente a ver qué cosa era ésa tan fea y maloliente. Pura curiosidad canina.

Después aprendí a cazarlas, pues mi humana parece ver en ellas gigantescas y terribles criaturas de otro planeta que amenazan con comérsela. Y claro, tengo que salir en su defensa, que eso forma parte de mis obligaciones.

Aunque puedo cazarlas en solitario, normalmente hago tandem con mi humano.

Todo empieza con un grito desesperado de mi humana. Entonces acuidimos los dos. Yo llego antes, pues soy más ágil e inquieto (ya les conté que el canalla peca algo también de gordelio), inspecciono la situación y le cierro la retirada al animalejo.

Después, el canalla se pone en posición, y cuando él me indica, yo la acorralo amenazándola con mis paticas y ladridos. Cuando el bichejo se bate en retirada y llega a donde está el canalla preparado, éste le echa algo encima, la envuelve en papel de ese que me gusta mordisquear y trocear en mil partes y... va el tío y, en lugar de dármela como trofeo para que juegue con ella y me la coma, la lanza al sitio ese donde ellos hacen sus necesidades (que además las hacen sentados, los muy gandules).

Hay que hacer de todo en esta vida para ganarse la vida como perrín doméstico.

24.5.05

La perra color canela

Hoy me van a permitir que ceda este espacio a un maestro de la escritura, aunque sea humano. Se trata de Arturo Pérez-Reverte, quien se las suele tener encontradas con otro montón de humanos, pero que a los perrines nos tiene estima. Tal vez porque, como él dice, "ningún ser humano vale lo que valen los sen­timientos de un buen perro".

Arturo Pérez ReverteArturo Pérez Reverte.

El perro estaba suelto en la autovía, solo, desconcertado, esquivando como podía los coches que pasaban a toda velocidad. Cuando reaccioné, era tarde. Mientras consideraba el modo de detenerme y sacarlo de allí, lo había dejado atrás. Estacionar el coche con ese tráfico era imposible, así que no tuve más remedio que seguir adelante, mirando por el retrovisor, apenado. Algo más lejos se lo conté a una pareja de motoristas la Guardia Civil: kilómetro tal, perro cual. El cabo movió la cabeza. Nada que hacer, señor. Ocurre mucho. Además, aunque vayamos a buscarlo, no se dejará coger. Nos pondrá en peligro a nosotros y a otros automóviles. Y usted habría hecho mal en detenerse. Además, a estas horas se habrá ido, o lo habrán atropellado. Mala suerte.

Sin duda el guardia tenía toda la razón del mundo, pero yo seguí camino con un extraño malestar, las manos en el volante y la imagen del perro entre los automóviles grabada en la cabeza. Su desconcierto y su miedo. Sintiendo, además, una intensa cólera. Supongo que mientras los automovilistas esquivábamos a ese pobre animal de ojos aterrados que no sabía cómo franquear las vallas y quitamiedos de la carretera, algún miserable regresaba a su casa o seguía camino de su lugar de vacaciones, satisfecho porque al fin se había quitado de encima al maldito chucho. No es lo mismo un cachorrillo en Navidad, en plan papi, papi, queremos un perrito –cuántos perros condenados a la desgracia por esas palabras–, que uno más en la familia al cabo del tiempo: veterinario, vacunas, dos paseos diarios, vacaciones, etcétera. Entonces la solución es quitárselo de encima. Posiblemente así lo decidió el dueño del perro que estaba en la autovía: una parada en el arcén y ahí te pudras. También es lo que hizo, tiempo atrás, un canalla en una gasolinera de la nacional IV: el dueño de una perra color canela a la que no olvidaré en mi vida. Llevo doce años escribiendo esta página, y no recuerdo si alguna vez hablé aquí de ella. Ocurrió hace tiempo, pero lo tengo fresco como si hubiera ocurrido ayer. Y aún me quema la sangre, porque es de esos asuntos a los que me gustaría poner un nombre y un apellido para ir y romperle a alguien la cara, aunque eso no suene cívico. Me da igual. Con chuchos de por medio, lo cívico me importa una puñetera mierda. Ningún ser humano vale lo que valen los sentimientos de un buen perro.

Les cuento. Mientras repostaba en una gasolinera de la carretera de Andalucía, una perra color canela se acercó a olisquear mi coche, y después volvió a tumbarse a la sombra. Le pregunté al encargado por ella, y me contó la historia. Casi un año antes, un coche con una familia, matrimonio con niños, se había detenido a echar gasolina. Bajó la perra y se puso a corretear por el campo. De pronto la familia subió al coche y éste aceleró por la carretera, dejando a la perra allí. El encargado la vio salir disparada detrás, dando ladridos pegada al parachoques, y alejarse carretera adelante sin que el conductor se detuviera a recogerla. Al cabo de una hora la vio regresar, exhausta, la lengua fuera y las orejas gachas, gimoteando, y quedarse dando vueltas alrededor de los surtidores de gasolina. De vez en cuando se paraba y aullaba, muy triste. Al encargado le dio tanta pena que le puso agua, y al rato le dio algo de comer. Cada vez que un coche se detenía en la gasolinera, la perra levantaba las orejas y se acercaba a ver si eran sus amos que volvían. Pero no volvieron nunca.

La perra se quedó aquí, contaba el encargado. Mis compañeros y yo le fuimos dando agua y comida. El dueño nos dejó tenerla, porque vigila por las noches. Además, hace compañía. Es obediente y cariñosa. Al principio la llamábamos Canela, pero a una compañera se le ocurrió que era como la mujer de la canción de Serrat, y la llamamos Penélope. El caso es que ahí sigue. ¿Y sabe usted lo más extraño? Cada vez que llega un coche, la perra se levanta; y en cuanto se para, se asoma dentro a olisquear. Los perros son listos. Tienen buena memoria y más lealtad que las personas. Fíjese que nosotros la tratamos bien, no le falta de nada y hasta collar antiparásitos lleva. Pero ella sigue pendiente de la carretera. Los perros piensan, oiga. Casi como las personas. Y ésta piensa que sus amos vendrán a buscarla. Cada vez que llega un coche, se acerca a ver si son ellos. Sigue creyendo que volverán. Por eso lleva tanto tiempo sin moverse de aquí. Esperándolos.

El Semanal 22 de mayo

21.5.05

Carreras en la arena

Les decía ayer que puede resarcirme, un poco al menos, de la gran humillación que sufrí con la humana mala de verde.

Resulta que como mis humanos, sobre todo el canalla, debían de tener la conciencia muy muy pesada tras lo que me habían hecho, me llevaron de nuevo al mar.

Yo estaba aún convaleciente, y me habían prohibido el baño en el mar durante unos días. No obstante, pude pasármelo muy bien correteando por allí. Además, soplaba mucho el aire y, al corretear, daba un gustirrín en el hocico que pa qué.

Dí un par de paseos por mi cuenta para conocer mejor los rincones de aquella zona. Pero no vean lo molesto que es el control humano remoto: "¡Peludo! ¡¿dónde vas?! ¡ven aquí!". Bueno, que les voy a contar a vds. que no sepan.

Luego dí un largo paseo con el canalla. Fuimos mucho más lejos que la otra vez. Tanto que pude ver otro nuevo trozo de playa inexplorada y que, por tanto, aún no había marcado con mi chorrico de identificación canina.

Así que allí me puse a marcar territorio, chorrico por aquí, chorrico por allá... Pero no se piensen que era fácil, no. Allí no hay árboles ni nada parecido, que es donde a mí me gusta dejar las marcas.

Por tanto, tuve que improvisar lugares para dejar mi rastro. Creo que a mi humano no le hizo mucha gracia, pues no paraba de llamarme a gritos para que no lo hiciera. Pero la naturaleza canina tira mucho.

Conseguí dejar mi rastro en dos chismes de esos bajo los que se ponen los humanos para hacer sombra, en una caja de las de guardar comida y cosas frías y, al final del todo de la playa, casi consigo hacerlo en la pierna de un desnudista de esos.

Sí, pero fue sin querer, porque había tan pocos sitios donde echar la gotica, yo iba tan absorto, y ese humano ahí parado estaba tan quieto, tan tostado y tan silencioso que casi lo confundo con un árbol.

No vean vds., para lo gordelio que está, cómo corría el canalla de mi humano cuando lo que yo pensé que era un árbol salió tras de mí con intenciones que no me paré a averiguar, pero que no debían ser nada buenas. Como podrán imaginar, yo también corrí lo mío, sin mirar atrás, y tan rápido que pronto rebasé al canalla, que empezó entonces a gritarme cosas muy malas.

Luego, cuando por fin llegamos junto a mi humana, ajena a todo lo que nos había pasado, con la lengua fuera los dos, nos miramos de reojo el canalla y yo e hicimos como que nada había pasado. Bebimos agua fresca y nos tumbamos un rato a disimular por si pasaba por allí el desnudista aquél.

Ese sería un pequeño secreto entre los dos.



Disimulando y vigilando
Aún con la lengua fuera me tumbé a disimular por si aparecía el desnudista

20.5.05

Kimbo busca humanos

Un colega en apuros.

Copiado de la bitácora de Ismael Álvarez:

Varios días sin escribir, y desaparecido del mapa. La situación que estoy pasando actualmente me obliga a ello, y la verdad, no me apetece escribir mucho. Esta vez simplemente lo hago porque estoy buscando a alguien que pueda y quiera quedarse con mi querido KIMBO. Lleva siete añitos con nosotros y lo queremos con locura, pero por todo lo que está pasando ahora mismo nos vemos en la obligación de buscarle un nuevo hogar. Y antes de enviarlo a una perrera o centro de acogida estamos intentando buscarle una nueva casa. Es muy bueno, y muy guapo, miradle abajo. Braco Alemán (un perro labrador) y muy cariñoso. No sabéis lo duro que es tener que deshacerse de él... Para mí es un miembro de la familia más... ¡si sólo le falta hablar!. Si alguno de vosotros está interesado que me llame al 679 99 80 71, o si conocéis a alguien, por favor, hacedmelo saber y que me llame. No os podéis ni imaginar lo duro que es para mí mientras escribo esto no puedo evitar llorar... qué nenaza, no?), le quiero mucho, y por lo menos quiero buscarle una casa en la que se le quiera mucho. Un beso a todos, y gracias por todos vuestros mensajes en el anterior post.


Kimbo busca hogar

Humillación

Les había estado contando esta semana algunas de las cosas malas que me hizo el otro día la humana mala de verde. Pero no había terminado, no. Ya quisiera yo.

No les he contado aún lo peor. Sí, sí, lo peor. Porque lo de mi oído fue muy doloroso, pero el dolor se soporta más fácilmente que la humillación. Además de hacerme daño me humillaron vilmente.

Había pasado ya un ratico en aquella casa, conociendo un colega y un par de gaticos que había por allí. Ya estaba más tranquilo. Entonces, me subieron sobre la fría mesa y, mientras mi humano canalla me decía cosicas al oído (para distraerme), de repente, y sin que yo pudiera reaccionar, la humana mala de verde me metió vilmente una cosa muy desagradable justo por ahí, sí, por el agujerito ése que queda justo debajo del rabito.

Los ojos se me abrieron como platos y las orejas se pusieron totalmente en punta, alerta. Pero ya era demasiado tarde. Ya tenía esa repugnante cosa dentro de mí.

Doler también dolió algo, pero no se pueden vds. imaginar qué humillación tan grande sufrí entonces.

Mi dignidad se me escapaba en un chisme de plástico con numeritos al que la humana mala de verde miraba con mucho interés.

Hay que ver, cuántas malas cosas me hicieron aquel día y qué mal rato pasé...

Les dejo una imagen. Cómo será de dura que hasta el censor tomó cartas en el asunto y le metió mano a la imagen para que no se hiriera la sensibilidad del estimado lector.
Menos mal que al día siguiente pude resarcirme. Ya les contaré.


Humillación canina
Qué humillación. Hasta el censor tomó cartas en el asunto

17.5.05

Yuri y Maggie

Hace poco descubrí, a través de Materia Gris, dos nuevos colegas que se dedican a patear teclados.

Se trata de Yuri y de Maggie.


Yuri
Yuri recibe su nombre en honor al astronauta Yuri Gagarin, y ahora anda a vueltas con su árbol genealógico, pues no tiene muy clara del todo su noble ascendencia.


Maggie
Maggie, al igual que yo, pasó por la traumática experiencia de que le abandonaran. Le encantan las galletas y a veces trabaja en una consultora ayudando a sus humanos.

Dos nuevos colegas para el club.

16.5.05

Sordera canina

Decían mis humanos canallas que yo era un quejica, porque cuando me acariciaban en las orejinas me quejaba, y que nunca habían visto un perro que se quejara por eso.

Los muy tonticos han tardado un año (sí, ya llevamos juntos algo más de un año) en darse cuenta de que el dolor ese no era en las dos orejinas, sino sólo en la izquierda. Claro, ellos no se fijan en esos detalles, como yo soy sólo un perro...

Y es que a veces me dolía mucho, mucho, y con sólo rozarme. Yo imaginaba que algo no debía ir bien por ahí adentro, pero ellos, que para eso van de listos por la vida, debían haberse dado cuenta mucho antes.

El caso es que el otro día me llevaron a casa de la humana mala de verde. Mientras me toqueteaba la oreja yo callaba, por supuesto, pues aunque me hacía daño, presentía que como me quejara iba a ser aún peor, como así fue.

No conforme con sobetearme la oreja, y frustrada al ver que yo callaba, me metió un chisme por el oído con el que me hizo mucho daño. Y claro, ahí ya no puede aguantar más y me quejé a grito perdido. Entonces, en lugar de parar, me metió otra cosa con la que me hizo más daño aún.

Ya convencido que lo que quería era matarme vivo y desorejarme allí mismo, me fuí orillando en la mesa. Me apalanqué todo lo que pude a mi humano, a ver si se apiadaba de mí y me sacaba de allí, mientras lloraba como un cachorro y temblaba vivo. No, no se rían, que a mí no me hacía ninguna gracia.

¿Y se piensan que el canalla me sacó de allí? Pues no. Me acarició y me dijo palabras tiernas, sí, pero todo era un truco para confiarme, ya que me agarró fuerte mientras la otra volvía a meterme aquella terrible cosa.

Ahora me duele un montón el oído, y todos los días me echan unas gotas que me escuecen una barbaridad. Nada más ver aparecer el frasquito salgo que me las pelo, sólo de pensar en lo que me espera. La verdad es que hoy parece que me duele menos, pero doler me sigue doliento un montón. Son unos torturadores natos estos humanos. Imagino que las gotas son para que no se me quite el dolor de golpe, no sea que me vaya a acostumbrar a no sufrir.

Lo curioso es que desde entonces, aunque me duele todo el rato la oreja, y no sólo cuando me acarician, a ratos oigo algo mejor, y así puedo saber un poco antes cuando llega el canalla para recibirle dando saltos y haciendo esas cosas que hay que hacer para que se piensen que los queremos mucho y los echamos de menos (ya saben, hay que hacer la pelota para que nos den de comer buenos pollinos).

En fin, aunque no recuerdo bien cómo lo hicieron, pues tengo una pequeña laguna de memoria, el caso es que, cuando desperté, miren lo que encontré junto a mí (además de un buen montón de cera).

Creo que eso estaba dentro. Una espiga creo recordar que dijo la mujer mala de verde que se llamaba esa asquerosa cosa.

Y todavía querían que no me doliera. Los muy canallas...


Un pedazo de espiga tenía
Miren el pedazo de espiga que tenía en mi orejina

14.5.05

Humana mala de verde

Hoy he ido a la casa de la humana mala de verde. Es un sitio donde siempre hay otros perrines, incluso algunos gaticos.

La reconocí enseguida, pues recuerdo perfectamente el sitio, la olor rar y esa ropa verde que me da tan mal rollo. Lo que pasa es que la otra vez sólo pasé miedo, fue cuando un animalejo muy desagradable y ruidoso se comió mi linda melena.

Pero esta vez me han hecho daño, y mucho.

De momento sólo les contaré que me han clavado una cosa a traición, por la espalda.

Dicen mis humanos canallas, porque hay que ser muy canalla para llevarme al sitio malo ése, que era para que yo no me pusiera rabioso.

¿Rabioso yo?. Pero vds. han visto lo calmado y pacífico que soy yo ¿no?. ¿Cómo me va a dar por rabiar a mí algo con lo buenazo que soy?.

¿Les parece que tengo cara yo de poder rabiar?. Estos humanos, no hay quien los entienda...

Bueno, les dejo, que aún me siento muy mal de todo lo que me han hecho allí. Sólo les diré que lo de la rabia es lo menos malo que me hicieron.

Me voy a condolerme a mi camica. Ya les contaré.


Vacuna contra la rabia
¿Les parece que tengo cara de rabiar como para que me pinchen a traición por la espalda?

12.5.05

Leo grandullón

Les dije el otro día que Leo ha crecido un montón últimamente. No se lo pueden imgaginar vds. bien. Ya es casi como yo, y a este ritmo pronto me superará a mí y todo.

Y no vean la energía que tiene el puñetero. No se cansa nunca. Hay días en los que hasta es capaz de cansarme a mí.

Lo bueno es que ya no tengo que llevar tanto cuidado al jugar a las peleas. Antes le dejaba ganar de vez en cuando y procuraba no hacerle daño cuando le daba alguna de mis mordidas. Pero ahora tengo que ponerlo todo si no quiero que me gane el tío.

Menos mal que sólo nos vemos un ratico al día, mientras el canalla come en casa de la abuela. Bueno, ayer nos dejaron juntos, y solitos los dos, casi toda la tarde. Por la noche me dolían hasta los pelos de la hincheta a jugar a las peleas que nos dimos. Como podrán imaginar me quedé frito vivo tan pronto caí en mi camica.

Miren, miren qué grandullón está el Leo:

Leo está hecho ya un grandullón
¿Ven? ¿Ven lo grandullón que está?

10.5.05

Peleando con Leo

Hay que ver cómo pasa el tiempo.

Hace sólo unas semanas Leo era un pequeñajo que se colaba entre las patas y que cabía casi entero dentro de la boca. Al jugar a las peleas había que llevar cuidado para no engullirlo sin querer.

Ahora está hecho un grandullón y me cuesta mucho ganarle a las peleas.

Les dejo unas imágenes de hace sólo unas semanas, cuando era la mitad de grande que ahora. Ya entonces se defendía bien, el muy sinverguencín.



6.5.05

Playback canino

Hoy me proponía Verdi una ingeniosa estrategia para evitar las represalias de los vecinos cuando me ponga a aullar o a ladrar.

Consiste básicamente en recurrir al playback, es decir, en utilizar una grabación y ponerla bien fuerte contínuamente. Hace el mismo efecto pero no cansa y no le tiran a uno objetos contundentes.

De momento, ahí les dejo una grabación mía mientras me peleo con el canalla de mi humano e intento explicarle que estoy muy ansioso porque ya pasó hace rato la hora de mi paseo.

AudioEscuchar la pelea canina con mi canalla

5.5.05

Escondiendo tesoros II

El día que estuve en el mar fue muy excitante para mí. Había demasiadas cosas que ver, oler y probar. Mucho espacio para corretear, el mar entero para nadar, otros perrines con los que jugar... En fin, que uno no podía estar en todo.

Como medida de precaución decidí esconder bien escondida mi pelotica, para así no tener que estar pendiente todo el rato de si me la quería quitar o no el canalla de mi humano o cualquier otro que por allí pasara.

Por eso empecé a escarbar con mis paticas. No se pueden vds. imaginar lo bien que se escarbaba en la tierra aquella que hay junto al mar, arena le llaman. Daba un gustirrinín en las almohadillas de mis paticas que pa qué.

Ras, ras, ras, bien, creo que ya cabe. Hummm, qué gustirrín en las paticas. Venga, otro poquito más: ras, ras, ras. Al final en alquel agujero cabía la pelotica y casi yo mismo también. Imaginen cuánto profundicé en aquel agujero que al final hasta salía agua de abajo. ¡¡Estaba escondida el agua allí debajo!!.

Como me dió miedo de que empezara a salirse toda el agua para arriba paré de hacer el agujero y allí escondí la pelotica.

Luego me puse a hacer mil cosas. El tiempo me faltaba para todo. Tanta excitación y tan poco tiempo que hasta me olvidé de rescatarla cuando nos volvimos para casa.

Por el camino me acordé y le pedí a mi humano que volviéramos a por la pelotica. Lloriqueé un poco y todo, e incluso le ladré que debíamos volver. Pero ya se pueden imaginar: ni caso.

Lo más extraño de todo es que esa noche, ya en casa, apareció la pelotica junto a mi arnés de los paseos.

Me quedé muy intrigado sobre cómo pudo haber llegado ella solica a casa. Porque desde luego, esconderla la escondí bien, y nadie más que yo podría haberla encontrado.

Hay que ver, qué misterios tan misteriosos.


Enterrando la pelotica
Tan profunda enterré la pelotica que hasta salió agua del fondo

1.5.05

Día de la madre

Hoy es el día de la madre. Por ello le he hecho un regalo a mi mamá humana (mi humano que se achinche, que es demasiado canalla para merecer mis regalos).

Y ahí me planté yo con el regalo. Me lo coloqué lo mejor que pude en el arnés que me pone mi humano cuando los paseos, y fuí corriendo a su habitación para darle este presente.

Ansioso estaba por ver si le gustaba o no. Qué nervios, qué incertidumbre. ¿Y si no le gustaba?. Ufff, qué intrigado que estaba.

Pero sí, le gustó y me dió muchos mimos.

Pues que no se malacostumbre, que a quien hay que hacerle regalos o mimos es a mí.

Faltaría más...

Regalo del día de la madre
Ansioso estaba por saber si a mi mamá humana le gustaría el regalo