30.9.04

CSI canino

No sé por qué me preguntan a mí por el yogourt desaparecido. ¿Qué tendré que ver yo en eso?

Hay que ver cómo les gusta a los humanos éstos acusar sin fundamento ninguno. ¿Acaso yo alguna vez me he comido algo que no fuera para mí?

Difamadores. Eso es lo que son los humanos que he adoptado.

Yo no sé de qué yogourt me hablas
¿Yogourt? ¿Qué yogourt? Yo no sé nada

El escondite

Me encanta conocer todos los huecos de la casa: registrarlos, olisquearlos, memorizar cada palmo. Lo mejor es hacerlo mientras se está con los humanos. Sí, ya sabemos, son algo canallas, pero uno se siente acompañado y protegido si ellos están cerca.

Lo que pasa es que hay sitios donde no me quieren dejar entrar, los muy discriminadores. Sobre todo, no quieren que me cuele en el sitio ése donde se meten por las noches después de deshacerse de mí y dejarme tirado en mi manta.

Pero no saben que he descubierto una forma de estar con ellos sin que se enteren. El truco consiste en colocarse sigilosamente tras ellos y, justo cuando abren la puerta, entrar por detrás y meterse muy rápido debajo del sitio ese donde duermen, al que llaman cama.

Con razón no quieren que me cuele en esta habitación, los tíos puñeteros tienen un colchón de látex para ellos sólos, mientras que a mí me dejan ahí tirado sobre una manta vieja. Los muy egoísticos no quieren compartirlo conmigo. Y con láminas de madera y todo. Qué gozada tiene que ser tumbarse panza arriba ahí encima.

Esconderse debajo de la cama tiene algo especial. Es un sitio que, además, da sensación de seguridad, y resulta excitante, pues ni se imaginan que estoy aquí y jamás me descubri…

Hummm ¿Qué ha sido esa luz?

¿Qué fue ese fogonazo?
¿Y ese fogonazo? ¿Que pasó ahí detrás?


29.9.04

Salir del armario

Es muy duro para mí, pero tengo que confesar públicamente algo muy importante:

SOY UN GATO DENTRO DE UN CUERPO DE PERRO

Me costó mucho admitirlo. Cuando lo descubrí aullé como un lobezno toda la noche. Tras la cena de anoche, descubrí de dónde provenía mi comida de ayer, esa que tanto me gustó. Aquél bote de comida de gato me abrió los ojos. ¡Qué gran desgracia la mía!. ¡Me gusta la comida de gato!. Finalmente tuve que asumirlo: ¡soy un gato!.


Auuuuuuuuu
Auuuuuu. Qué desgracia la mía. Me gusta la comida de gato. ¡¡Soy un gato!!


Ya me resultaba a mí sospechoso el tremendo pánico que me daba el Rottweiler del vecino y que me apeteciera jugar con el gato de la acera de enfrente.

¿He dicho ”acera de enfrente”?. Claro, normal. No tengo remedio. Lo dicho, soy un gato.

28.9.04

Nueva comida

Hoy me han dado una nueva comida. Sabe distinto a la bazofia que suelen echarme los humanos canallas éstos que he adoptado.

No sabe tan bién como el bocata de pavo, pero no está nada nada mal tampoco. Me lo he comido todo, casi del tirón, no vaya a ser que los humanos éstos se arrepientan ahora y me lo quieran quitar para comérselo ellos, que son capaces.

Lo único es que me ha provocado una sensación extraña en el estómago, imagino que será por haberlo ingerido a la tragalaperro.

Bueno, ahora sólo falta una buen sueñito para terminar de arreglar el cuerpo.

24.9.04

Orgullo canino

Hace unos días que estoy contento. Me siento orgulloso de ser perro. Siempre me sentí orgulloso, pero ahora más aún.

Descubrí hace poco algo que me hizo sentir bien:

Entrenan a perros para identificar cáncer de vejiga

El mejor amigo del hombre también puede puede salvar vidas humanas en la lucha contra el cáncer. Un grupo de científicos dijo a Reuters que se puede entrenar a perros para que huelan la orina y detecten el cáncer de vejiga.

Ya existen evidencias anecdóticas de perros que han alertado a sus dueños de que tienen cáncer de piel cuando han olfateado insistentemente lunares o verrugas que luego han sido diagnosticados comomalignos.

En una investigación publicada en el British Medical Journal, unos científicos han demostrado que los perros pueden identificar el cáncer de vejiga al detectar sustancias químicas en la orina que son emitidas por células cancerosas.


Da gusto saber que se pueden hacer esas cosas por los demás, incluso por los humanos canallas que he adoptado.

Desde que supe que los perrines podíamos hacer esas cosas no dejo un momento a solas a mis humanos, no vaya a ser que les pase alguna cosa mala de ésas y no me entere.



23.9.04

Abandono a tiempo parcial

Ya he contado aquí que unos malnacidos me abandonaron en plena calle. Nunca me gustó que me dejaran sólo mucho tiempo, pero desde entonces ese miedo que tengo es aún más grande.

Por eso siempre estoy con pánico a que estos humanos canallas con los que vivo ahora hagan lo propio y me abandonen ellos también. Así, cada vez que se van y me dejan aquí solito me quedo con el corazón en un puño pensando si volverán, si tardarán mucho, si se acordarán de mí.

No tengo más remedio que quedarme aquí, abandonado a tiempo parcial, con frío o calor, mirando a través de la baranda para ver si vuelven de una vez.


A ver si llega pronto hoy
Con frío o calor aquí me dejan tirado, los muy canallas. Y yo sin saber cuándo volverán

Yo les demuestro siempre que no quiero que se marchen y me dejen aquí tirado. Por eso cada vez que salen les pongo cara de enfurruñado y no les quiero dar un mal besito. Cuando ya se alejan por la calle, entonces grito con todas mis fuerzas, como si me estuvieran matando, o despellejando vivo; ya saben, para causar mucha pena, pero es inútil, ellos terminan por irse, cada día. Sin pena de mí.

No se puede vivir así, siempre con la incertidumbre de si el abandono será a tiempo parcial o completo. Menos mal que puedo ver la calle y de vez en cuando pasa alguna perrita de muy buen ver. Pero claro, con estos barrotes de por medio, no hay manera de demostrar mis dotes de Don Juan Canino.

Ni siquiera me llevan con ellos en el chisme ese grande que hace ruido y corre mucho que llaman coche. Bueno, sí, a veces lo hacen, y es muy divertido, pero siempre después de tenerme casi todo el día por aquí encerrado. El primer paseo en coche pasé mucho miedo, me volví a ver abandonado de nuevo.

Pero bueno, esa es otra historia.


20.9.04

Dormitar

Sólo hay una cosa mejor que dormir: dormitar, perezar con la panza bien llena.

El día es muy duro y está lleno de demasiados sinsabores como para que uno no pueda echarse una tumbadita, medio dormido, medio alerta. Es mejor así, pues si te duermes del todo no disfrutas del placer de la pereza.


Qué vida tan dura ésta
Qué duro es sobrevivir al ajetreo diario, tántas cosas por hacer y ese brazo que me sujeta...

Además, si uno se duerme del todo puede soñar con felinos gigantes asesinos, con comida de bote echada a perder o, lo que es peor, con que le abandonan a uno de nuevo.

Por eso estoy siempre alerta, en constante vigilia, no se les vaya a pasar por la cabeza a estos humanos abandonarme como hicieron los otros.

Pero claro. Se está tan calentito, da tanta pereza, y ese brazo que sale desde abajo y te sujeta para que no levantes...

Y hace tannnto taaaannnnto sueeeño que gggggggg

18.9.04

Chantaje emocional canino

Soy un perro pequeñín y, por tanto, tengo poco que ganar por la fuerza bruta. Además soy pacifista, especialmente si se trata de pelear contra perros más grandes que yo o humanos. Eso por no hablar del inncesario desgaste de energías que producen las peleas perrunas. Con lo bien que se está adormilado y tumbadito a mis anchas...

A lo que iba. Para conseguir algo de los humanos es mejor recurrir a métodos más sutiles. En mi caso tengo uno que no suele fallar: tumbarse panza arriba. Además de ser una postura bastante cómoda y permitir estirar los músculos más importantes del cuerpo canino, causa efecto inmediato entre los humanos.

Hay que entrenar mucho la postura de panza arriba
Panza arriba: paticas delanteras en perfecto ángulo, cabeza totalmente girada

El truco está en transmitir indefensión y padecimiento, dar pena, obligarles a que te presten atención de forma inmediata para que dejes de sufrir. El complemento ideal es la carita de pena y un gimoteo sutil pero constante.

No vale con tumbarse a la bartola, de cualquier manera. No, esto exige técnica y entrenamiento. Las paticas traseras pueden estar ligeramente inclinadas, pero las delanteras tienen que estar perfectamente verticales, formando ángulo de 90 grados en su extremo.

La cabeza, eso es indispensable, tiene que estar ladeada totalmente hacia uno de los dos lados. Si el cuerpo está ligeramente inclinado hacia un lado, la cabeza lo estará hacia el contrario.

¿Qué? ¿Parecía fácil? Pues ya ves lo dura que es la vida de un perro doméstico.

16.9.04

La tentación

Soy como Oscar Wilde. Sí, puedo resistirlo todo, menos la tentación.

Hoy tocaba nuevo abandono por excursión de los humanos éstos. Además, pensaban dejarme aquí pasando hambre y soledad todo el día.

He pasado por la cocina, lo he visto, lo he olido, y se me ha puesto contenta la tripita sólo de pensarlo.

Pensado y hecho.

No pude evitarlo
Prefiero el bocata de pavo, aunque lleve hierbajos, a la bazofia de bote que me echan

Donde esté un buen bocata de pavo que se quite la bazofia ésa de bote que me echan.

15.9.04

En la playa

Hoy he estado en la playa.

Ése es el nombre que los humanos dan a un enorme charco donde cabrían todos los perros del mundo. La verdad es que es un auténtico desperdicio, porque ese agua ni siquiera se puede beber, pues sabe a pipí de gato.

Al borde del mar
No esperarás que me meta dentro de ese gran charco de pipí de gato ¿verdad?

Obviamente, dado que me recuerda lo que me recuerda, no parece que bañarse ahí sea nada apetecible, pues creo haber comentado ya que no me gustan nada los baños ni el pipí de gato.

La verdad es que fue un día muy trabajoso, pues todo ese gran charco estaba rodeado de cientos de palmeras, en las que tuve que dejar mi marca de identidad, y claro, uno no tiene una vejiga infinita.

13.9.04

Extraño corte de pelo

¿A ti te gustaría que te dejaran en pelotas para ir por la calle? No ¿verdad?. Pues no sé yo porqué les ha dado por pensar a estos humanos que a mí habría de gustarme que me quitaran mi querida melena y dejaran verse todas mis intimidades.

Un día de verano me llevaron a un sitio donde había otros colegas. Ya había estado allí de visita un día, me habían hecho algo por la zona del lomo, que no pude ver, y me dieron a comer una pastilla que sabía a pipí de gato.

Esta vez, en cambio, la humana de verde cogió en su mano un bicho muy raro, con un rabo finito pero muy largo que llegaba hasta la pared y que hacía un ruido muy molesto. El animalejo ese se comió casi todo mi pelo y me dejó, literalmente, en pelotas.

Me dejaron pelón
¿Te gustaría que te dejaran pelón perdido y encima te llamaran "Peludo"?

No tengo claro para qué me hicieron tan molesto y extraño corte de pelo, pues al principio hasta sentía molestias en la espalda, como pequeños pinchazos y picores, al ponerme en mi postura favorita: panza arriba.

Casualmente, desde aquel día el molesto sol del verano empezó a ser menos molesto, pero no veas la vergüenza que tiene que pasar uno cuando lo sacan por la calle prácticamente sin pelo y, encima, tienen el morro de decirme en voz alta “¡Peludo!”.

Cuánta humillación hay que sufrir de estos humanos...

12.9.04

Me quieren envenenar

Los humanos éstos que he adoptado creo que me quieren hacer cosas malas. Seguramente envenenarme o algo. Si no, no se entiende que me echen de comer la bazofia que me echan mientras ellos se zampan su buen chuletón de ternera al roquefort.

Encima me miran con cara rara, como si les extrañara que no me coma este potingue. Claro, cuando me muero de hambre no tengo más remedio que comerme aunque sea la hedienta carne, por llamarla de alguna manera.

No me gusta
Si tanto te gusta cómetela tú


Así que cuando consigo que me saquen a pasear tengo que comer hierba tierna que me limpie las tripas y me ayude a expulsar esa cosa que me ponen en el plato y que llaman comida.

Si tan sabrosa les parece ¿Porqué no se la comen ellos y me dejan a mí el chuletón?

11.9.04

La Adopción

Soy un perro. Sí ¿que pasa?. ¿No puedo contar yo lo que me de la gana en un blog? Y a mí qué más me da si no soy humano.

Bueno, a lo que iba. Tengo un pequeño problema de memoria, y es que resulta que hace poco me abandonaron y me dejaron por ahí tirado. De esa época no soy capaz de recordar nada, pues fue muy traumático para mí. Sí, no te lo tomes a coña, que los perros también tenemos traumas.

El caso es que cuando llevaba varios días conociendo la vida del perro callejero me dí cuenta de que eso no era vida para mí. Como aventura no está mal, pero para siempre como que se hace duro eso de pasar hambre y que le peguen a uno de vez en cuando. Además, los días de lluvia y frío da gusto pasarlos tumbado en una manta, panza arriba y, si puede ser, con una buena estufa cerca.

Así que me di una vuelta por el barrio donde me habían abandonado. Encontré unos humanos que no tenían mala pinta, de su cocina salían muy buenos olores y me cayeron bien nada más verlos. No tenían pinta de maltratar perros como yo.

“Esta es la mía”. Me dije. E hice de su puerta mi trinchera. Allí pasé varios días hasta que se produjo la adopción. La táctica era simple: llamar a la puerta y, cuando abrieran, hacer todas las monerías que sé hacer: dar saltitos, gemir, tumbarme panza arriba (eso es lo que mejor se me da) y darles lametones a la menor ocasión. Ahh, claro, dar ladridos lastimosos y poner cara de pena también se me da muy bien, y creo que funcionó.


En plena adopción

En plena faena de adopción

Costó trabajo, y cuando ya casi había perdido la esperanza y empezaba a pensar en buscarme a otra gente empezó a caer agua del cielo. Mucha agua. Nunca me gustaron los baños, pero mucho menos bañarme en mitad de la calle, todo el rato y sin tener quién me seque. Además, demonio, hacía frío y era muy desagradable.

De pronto, se abrió la puerta de la casa y, como ya había hecho en las ocasiones anteriores, entré dentro todo lo rápido que pude. La diferencia esta vez es que, en lugar de regañarme y echarme a la calle como las anteriores veces, me hicieron mimos, me secaron y me dieron de comer.

Uff, qué trabajo con estos humanos. Al fin habían dejado que los adoptara.