31.7.05

Extraterrestres del planeta Saltimbanqui

Unos humanos raros se pasearon el otro día por el barrio. Para mí que no eran humanos del todo, más bien extraterrestres.

Les cuento. A todos les salían de la cabeza varios extraños cuernos de colores que hacían ruido al moverse. Uno tenía una rueda en lugar de piernas, otro era el humano (o lo que fuera) más alto que he visto en mi vida, otro daba golpes a una cosa que hacía ruido. Más allá, otro de ellos lanzaba al aire, a la vez, varios huesos o algo así, los cogía y los volvía a lanzar sin que se le calleran. Al lado, otra extraña de ésas movía unas cintas de colores para todos los lados y todos, todos, vestían con unos colorines de lo más raro.

Al poco pude comprobar que, efectivamente, no eran humanos, sino extraterrestres. Por lo que pude entender de escuchar al canalla, venían del planeta Saltimbanqui y estaban aquí porque estamos "en fiestas".

No sé que será eso de "estar en fiestas", pero debe de ser un estado muy grave, como de acabarse el mundo o algo, pues yo no hacía más que oír tremendas explosiones por aquí y acullá y veía pasar por allí unas cosas muy raras, como coches, pero enormes y con monstruosas figuras sobre ellos, que ladraban un ruido demoníaco a un volumen letal. Música le llamaban a eso algunos de los presentes, aunque el canalla no parecía estar muy de acuerdo. Yo, ya se pueden imaginar, iba loco perdido, ladrándole todo el rato al canalla que nos fuéramos de allí, no nos fuera a pasar algo malo.

Espero que eso de estar en fiestas no signifique el fin del mundo, que es lo que en realidad parecía aquello.

Los extraterrestres del planeta Saltimbanqui
Los extraterrestres del planeta Saltimbanqui

30.7.05

Visita de Bilbo

Bilbo ha vuelto a estar unos días en el barrio. Ya les conté que era un grandullón buenazo. Un terranova dicen que es.

Lo malo es que me engañaron como a un can. Me dijeron que si me portaba bien y me comía toda mi comidica crecería hasta hacerme igualito a él.

Ahora que lo vuelvo a ver resulta que está igual de grandón, o más, que antes.

Con él es divertido jugar, pero uno se aburre enseguida. Bilbo intenta seguirnos a Morgan y a mí cuando jugamos a las carreras, pero claro, con lo grandón que es apenas consigue llegar a donde nosotros estamos. Y cuando él llega nosotros ya nos vamos.

Otras veces jugamos al escondite. Yo gano siempre, porque él no sabe que yo lo que hago es meterme justo debajo de él que, además de gigantón, es peludo y negrito como yo, con lo que el camuflaje es perfecto, y cuando estoy debajo desaparezco totalmente de su vista.

Lo que pasa es que esa técnica es peligrosa. En un momento del juego consiguió encontrarme, pero de pura casualidad. En un descuido mío se puso a andar sin que yo me diera cuenta y me pegó tal pisotón que grité del daño que me hizo, y claro, me pilló.

Lo peor no fué eso, sino que aprovechó que me tenía justo debajo para pegarme un lametón y casi me ahoga vivo.


Ahí me tienen con Bilbo
Cuando juego al escondite con Bilbo me meto debajo y no se entera

29.7.05

Almohada canallesca

Ya les he contado innumerables veces que, por motivos varios, mi humano es un canalla.

Sin embargo, para que no piensen que le tengo mucha mucha tirria, hoy voy a contar algo bueno de él.

En realidad no se trata de como me trata (¿ven el juego de palabras?) sino de que resulta muy cómodo para echar una buena siesta.

Como está algo gordelio, si uno le coge bien la posturita y se acurruca en el sitio exacto, la siesta es de lo más agradable que uno pueda pensar.

En cuanto veo que se queda dormido subo sigilosamente y me coloco en el sitio exacto, con la cabecica justo encima del brazo, que hace de perfecta almohada. El lomo se deja reposando en el hueco que queda entre su lomo el brazo.

Vamos, un hueco que ni hecho a medida. Me quedo dormido tan profundamente que hasta sueño con mis amiguines, que jugamos a las peleas, correteamos por enormes jardines, que estoy rodeado de bellas perrinas, que tengo para comer montañas y montañas de mulos de pollo a la plancha...

Uff, cuando el canalla no se da cuenta y consigo colarme un buen rato ahí, son las mejores siestas caninas del mundo mundial.


El canalla sirve de almohada
Hay que acoplarse justo en el hueco y con la cabecica sobre el brazo

28.7.05

Ayudando con el kit

Ahí me tienen, echando una mano con el kit de supervivencia callejera, que estos días vamos que no damos abasto.

Cuánto malnacido suelto... Y no me refiero a mis colegas perrunos precisamente.

Venga, vamos, una bolsita más para el kit y salimos.


Ahí yo con una bolsita para el kit
Con esta bolsita ya está completo el kit y nosotros listos para salir

27.7.05

El kit de supervivencia callejera

Ya les he hablado un poco del kit de supervivencia callejera en días anteriores.

Al principio, el canalla se echaba en los bolsillos unas bolitas marrones o golosinas caninas y se las daba a alguno de los colegas perrunos, abandonados por las calles del barrio, con los que nos topábamos a diario.

Desgraciadamente, cada vez son más los colegas que tenemos localizados y que dan tumbos por el barrio, perdidos, asustados, desconfiados y hambrientos. Algunos malnacidos humanos andarán por ahí con la conciencia tranquila y todo tras haberle hecho tan infame cosa a mis colegas.

Bueno, el caso es que ahora ya no es suficiente con los bolsillos del canalla, y hemos decidido organizarnos algo mejor.

Ahora, antes de salir, preparamos un pequeño kit para los colegas del barrio que no pueden comer bien todos los días.

El kit consta fundamentalmente de:
  • un par de bolsitas de bolas marrones perrunas
  • una bolsita de bolas marrones gatunas
  • cacharrito con agua limpia y fresca

Normalmente, los beneficiarios habituales de dicho kit son mi muy más mejor amiguito Bobby, mi presunto hermanito y un gatico que hace compañía a Bobby en su ingrato trabajo en el sector de la construcción. Evidentemente, si aparece otro colega en nuestro camino le sacamos también a él una ración, que por falta de bolitas marrones no va a ser.

Bueno, esa que les contaba es la versión del kit para paseo a pata. Hay otra versión más completa, especial para llevar en el coche del canalla.

A mí, todo lo que sea ayudar a mis colegas me parece fantástico. Lo que no veo claro es que alguno de ellos termine por venirse a casa conmigo. Qué quieren que les diga, los cánidos somos muy nuestros con el sentido de la propiedad inmobiliaria.


El kit de supervivencia callejera
El kit de supervivencia callejera

26.7.05

La esquina de Bobby

Ya les dije que Bobby, salvo el periodo que convivió con Patachula, tiene su territorio bien acotado, allá abajo donde la obra. Allí vive, allí trabaja de albañil-guardián y los fines de semana libra y se da vueltas por otros barrios.

Gracias a eso nos es fácil localizarlo cada día. Ahora, con los calores infernales que tenemos, pasa mucho tiempo tumbado en el portalito del edificio de al lado de la obra, que es de mármol, tiene buena sombra y sirve para refrescar un poco los lomos caninos. Además, eso le permite estar visible para los humanos que en dicho edificio viven, por si alguno quisiera dejarse adoptar o, al menos, darle algo de comida y mimos. Todo ello, claro, sin perder en ningún momento de vista la obra, que para eso es su trabajo.

Casi todos los días nos vemos ahí a la hora del paseo, y le dejamos el contenido de una de las bolsitas del kit de supervivencia callejera junto al tronco del árbol que hay en esa esquina del jardín.

Mientras Bobby come yo vigilo para que pueda hacerlo tranquilamente, sin que nadie intente quitarle las bolitas marrones ni molestarle.

Lo bueno de que las bolitas marrones se las dejemos siempre en el mismo sitio es que, aunque algún día no esté, por algún encargito de última hora en la obra o algo (el trabajo es el trabajo), sabemos que podrá venir más tarde y dar buena cuenta de ellas, pues ya sabe el sitio exacto donde se las dejamos.

Creo que a Bobby, como a mí, no le gustan mucho las bolitas marrones y prefiere un buen muslo de pollo bien cocido. Pero mira, si no hay otra cosa a todo se acostumbra uno...

Come Bobby. Yo vigilo
Come Bobby, que yo vigilo

25.7.05

Parecidos razonables

Cuanto más lo miro más convencido estoy de que es mi hermanito y que nos separaron cuando éramos cachorrines.

Lo que pasa es que no consigo recordarle, pero el parecido físico es bestial, su olor me es más que familiar, y hasta corre y salta parecido a como lo hago yo.

Si todo eso no fuera suficiente indicio, la forma de tumbarse panza arriba ante el canalla a la más mínima carantoña es más que significativa.

De momento, hemos ampliado el contenido del kit de supervivencia callejera. Ayer hicimos un tramo del paseo juntos, y pudimos darle unas poquitas bolitas marrones, que se comió con pura ganancia.

Bueno, ahí van dos fotos, a ver si saben cuál soy yo y cuál mi presunto hermanito. Mi foto también es de cuando aún era un perrín abandonado.



Uno soy yo y el otro es mi presunto hemanito


Uno soy yo y el otro es mi presunto hemanito
¿Nos parecemos o no? A ver si sáben cuál de los dos soy yo.

24.7.05

Hermanos de sangre

Ayer descubrí que tengo un hermano de sangre.

Andaba yo con el canalla tranquilamente por el jardín de cerca del polideportivo, la zona donde Bobby y Patachula se hicieron okupas, cuando lo ví.

A lo lejos era simplemente otro perrín más, con pinta de, para variar, haber sido abandonado por algún humano desalmado.

Cuando nos acercamos más me quedé parado bruscamente, con la patica delantera izquierda levantada, inmóvil, y mirando fíjamente a este perrito.

Nos acercamos a saludarnos y olisquearnos los rabitos. Pero algo pasó entonces. Su olor me era muy familiar, me sacaba recuerdos muy muy lejanos, pero muy buenos. Me puse a lloriquear conforme lo iba olisqueando vivo.

No sé, no es sólo el aspecto físico. Ya no estoy seguro de reconocerlo, pues ha pasado tiempo y nos separaron de muy pequeñines, pero yo juraría que este nuevo colega es hermano de sangre.

Después le volvimos a ver por el jardín donde trabaja Bobby y le dejamos allí algunas bolitas marrones de las que lleva el canalla en el kit de supervivencia canina. Ya por la noche estaba por el jardín que hay junto a nuestra casa. Estuvimos correteando y jugando, como si nos conociéramos de toda la vida.

No estoy seguro del todo si seremos hermanos de sangre, pero físicamente somos muy parecidos los dos y su olor y maneras me son muy muy familiares.

Mi hermano de sangre
Este es mi hermano de sangre, estoy casi seguro

21.7.05

Los vigilantes de la playa

-¿Lo ves?.
-¿A cuál? ¿Al tuyo o al mío?.
-A los dos. Porque yo al mío ya le perdí de vista hace un rato.
-Sí, mira, creo que por allí resopla el tuyo.
-¿Qué hacemos? ¿Vamos?.
-Jo, pues habrá que ir.
-Bueno, también podríamos dejarlos ahí que se los comiera el agua ésa, por canallas.
-Ya, pero yo aún no sé conducir, a ver quién me lleva entonces de vuelta a casa.
-Pues sí, tienes razón. Habrá que ir.
-Vaya, ahora que ya me estaba secando después del chapuzón...
-Venga, vamos primero a por tu canalla, que está más gordelio y costará más sacarlo.
-Gracias colega, mientras, intenta ver dónde está el tuyo.

No sé qué harían estos humanos sin nosotros los canes.

Vigilantes de la playa caninos
Ahí nos tienen a los vigilantes de la playa caninos

Vivir al margen de la ley

El otro día el canalla y mi linda humana me llevaron en el coche ése a otra playa, más lejos que las otras veces. Dice el canalla que lo hacía para no tener problemas conmigo. ¿Acaso yo he dado problemas alguna vez?. Injuriosos.

El caso es que, pese a todo, el canalla y mi linda humana pusieron mala cara cuando volvimos a toparnos con un cartel canófobo.

En esta playa tampoco éramos bien recibidos los cánidos. Y ya empieza a no ser noticia.

Qué rollo esto de vivir siempre al margen de la ley...


No perros
Nada, que en esta playa tampoco nos quieren a los perrines

16.7.05

Perros secuestrados

Les contaba ayer la técnica del cambiazo para el rapto canino, así como la posibilidad de que algunos humanos se despistaran tanto como para confundir a su perrín con una lechuga.

Sin embargo, pese a que aquí muchos humanos, los muy desgraciados, acostumbran a abandonar colegas a cientos de miles, parece que el tema del secuestro canino es más serio de lo que este humilde chucho que les escribe se pensaba.

Un comentario de Maray y una historia que nos cuenta Verdi nos hizo ver que la cosa sí tiene su lado oscuro.

Nos cuenta Maray que en algunos sitios hay degenerados que se dedican a secuestrar perrines para que sus humanos les den dinero como rescate.

La historia que cuenta Verdi es aún más triste. Nos habla de Bebe, un rottweiler al que secuestraron para hacerle unas cosas tan malas que no soy capaz de contar aquí. Lloriqueo vivo de sólo pensarlo. Pobre Bebe.

Bueno, no sigo que me estoy poniendo triste. Son ese tipo de cosas que sólo humanos desalmados son capaces de hacer y que nunca, nunca jamás un buen perrín haría, ni nada parecido siquiera.

15.7.05

El cambiazo

Hoy les voy a hablar de uno de los motivos por los que es bueno que los perrines llevemos microchip y un papelito escrito en el collar que ponga cómo localizar a nuestros humanos.

Estamos en una época en la que muchos humanos malnacidos les da por abandonar a sus perrines. Sin embargo, hay algunos casos en los que lo que pasa es que secuestran a nuestros colegas. Sí, sí, Buffy lo ha detectado y nosotros lo contamos. Se trata de una nueva forma de secuestrar perros, basada en el cambiazo.

El cambiazo consiste en que el secuestrador espera un momento propicio, de confusión o despiste del humano de turno, y en un ágil y rápido movimiento, se lleva al perrito en cuestión, dejando alguna cosa en su lugar, normalmente lo primero que encuentra a mano, con el objeto de que el humano del perrín secuestrado tarde lo máximo posible en percatarse del secuestro.

Vean si no la foto que nos deja Buffy de un cambiazo reciente:


Casi cualquier cosa sirve para dar el cambiazo
Casi cualquier objeto se emplea para dar un buen cambiazo canino

En ocasiones la cosa, sin ser secuestro, puede ser aún peor, sobre todo si se trata de humanos muy despistados. Los hay que son capaces de despistarse tanto que terminen por confundir a su chuchín con cualquier otra cosa, pendientes ellos de sus banales pensamientos. Hay que ser muy despistado para que ello ocurra, pero casos se han dado.

Concretamente, mi canalla es del género "despistado de campeonato". Alguna vez ha estado a punto de mandarme a mí de paseo y olvidarse él de venir conmigo, o peor, de irse él sólo de paseo y olvidarme a mí en casa.

Cuando vamos por ahí y me deja atado a la puerta de alguno de los sitios donde vamos, al salir de nuevo, le ladro como si me llevaran los demonios. El muy iluso se piensa que le ladro por lo mucho que le echo de menos y porque me siento sólo sin él. Pero no. Como habrán imaginado, le ladro tanto por si acaso se despista de nuevo y me deja ahí olvidado como un paraguas o, peor aún, le da por llevarse algún otro chuchín a casa.

El canalla, que es capaz de volver a casa un día como el tipo de la foto y quedarse tan tranquilo.

14.7.05

Ya cuidan a Patachula

Mi muy más mejor amiguita PatacuhaHacía dos o tres días que le había perdido la pista a Patachula. A Bobby sí lo sigo viendo a menudo, pero ahora va sólo, sin su querida patachula.

Pude escuchar al canalla mientras hablaba con la humana de mi colega del número 6. Decía la humana que una vecina se había llevado a su casa a Patachula para cuidarla y curarle la patica.

Aún no hemos podido confirmar nada, pero si es cierto será una buena noticia.

A ver si se recupera bien de la patica y nos saludamos por ahí cuando demos paseos con nuestros humanos.

Entretanto, el canalla y yo le dejamos a Bobby comida cada vez que lo vemos por ahí, que se está quedando muy delgadito.

12.7.05

Solidaridad canina

La otra tarde les perdí la pista a Bobby y Patachula, una vez convertidos ya en pareja de hecho y dedicados en cuerpo y alma a la okupación del primer patio con puerta entreabierta que se cruzara por su camino.

Resulta que, en pleno acto de okupación, se habían quedado medio encerrados en el patio del número 2 de nuestra calle, y nos los topamos por casualidad cuando pasamos por la puerta.

A mí me pareció oler una fragancia familiar ya desde casa y, en efecto, ahí estaban Patachula, Bobby y un perrito nativo del vecindario que les estaba incordiando.

Entre el canalla y yo les abrimos la puerta para que salieran y, una vez en la calle, volvieron a la disputa que parece ser habían tenido ya anteriormente, pues reconocí sus ladridos y quejidos como los que ya había oído desde casa ese mismo día.

El perrín intruso aquél quería hacerle algo malo a Patachula. Bobby, que es un perrín entregado a su oficio y vocación de protector (recuerden que trabajaba de guardián-albañil), acudió entonces de inmediato a proteger a Patachula, poniendo entre el perrín y Patachula su cuerpo como protección, pese a ser más pequeñín y viejín que el intruso aquél.

Entonces, aquel perro atacó a Bobby, que poco podía hacer el pobre para defenderse adecuadamente. Fue en ese momento cuando volví a oir a Patachula quejarse amargamente .

Por un momento me pareció que durante la refriega le habían hecho daño en la patica a Patachula. Pero no, resulta que los quejidos de intenso dolor que daba Patachula eran de ver que le hacían daño a Bobby, del que casi no se oían ya los gritos, apagados bajo los fuertes y dolorosos quejidos que daba Patachula.

Al final la cosa no pasó a mayores, pero el canalla se quedó flipado de ver lo unidos y solidarios que podemos llegar a ser algunos perrines.

Vale, lo confieso, yo también lloriqueé un poco cuando atacaron a Bobby, pero procuré hacerlo bajito para que el canalla no se enterara.

Por si fuera poco el acto de lealtad canina, cuando el canalla les dejó en un rincón un montoncito de bolitas marrones, Bobby volvió a hacer como otras veces, y se dedicó a proteger la comida para Patachula, sin probar una sola bolita marrón hasta que Patachula paró de comer ansiosamente. Y eso que ahora que se ha acabado su trabajo como albañil tiene menos posibilidades de ganarse el sustento. Él disimula, y hace como que no pasa nada, pero yo ya le noto más delgadito que antes cuando trabajaba de albañil.


Ahí van los tres
Ahí iba Bobby a evitar que le hicieran daño a Patachula, aún a costa de su salud

10.7.05

Bobby y Patachula se hacen okupas

Ya les he hablado, aunque por separado, de Bobby y de Patachula.

Me extrañaba no ver últimamente a Bobby cumplir con sus obligaciones en el mundo de la albañilería. La verdad es que ahora caigo en la cuenta de que la obra donde trabajaba ya casi está terminada y, además, estamos en época de vacaciones, con lo que no era de extrañar que el patrón de la obra le hubieran dado permiso para ausentarse unos días.

Al final, pude comprobar lo que había pasado exactamente. Resulta que Bobby y Patachula se han hecho pareja de hecho. Ahora van siempre juntos a todos lados. Se han unido en equipo, entendiendo que la unión hace la fuerza.

Además, se han convertido en okupas. Les pillé el otro día, justo frente al jardín del polideportivo, okupando el patio del número 23. Estaban los dos ahí tumbados en mitad del patio, como si fueran los perrines de la casa de toda la vida. Cuando me vieron a mí y al canalla salieron a saludarnos con mucha simpatía.

La verdad es que hacen buena pareja. Bobby parece que lleva más tiempo en la calle y sabe ingeniárselas mejor para cubrir sus necesidades alimenticias. Por eso, cuando el canalla dejó algo de comida junto a un árbol del jardín, Bobby, en lugar de comer él también, se dedicó a proteger con su cuerpo la comida, para que otros chuchines del barrio que estaban por allí no metierran sus morritos y le quitaran la comida a Patachula, que tenía muchísima hambre y devoraba las bolitas marrones.

Mis muy más mejores amiguitos, que son buenos chuchos.

Los dos aún buscan humanos que se dejen adoptar. ¿No hay por ahí ninguno que se los quiera llevar a casa?.


Ahí van los dos juntitos
Ahora son pareja de hecho y okupas

9.7.05

Leo es un doberman

El día anterior comentábamos la posibilidad de que Leo, en realidad, fuera todo un doberman camuflado de chuchín.

Pues ahora está verificado. Tras una profunda investigación en la genética y pedigree de mi primo Leo he llegado a la conclusión de que efectivamente es un doberman. Pequeño, muy pequeño, pero doberman al fin y al cabo.

Ya me lo debía de haber avisado su prestanza a la pelea, su agilidad para correr, saltar y, sobre todo, su habilidad en el juego de las peleas.

Si les quedaba alguna duda veánlo por vds. mismos. Ahí les dejo un par de fotos. En una sale Leo, y en la otra un auténtico doberman. Sólo serán capaces de reconocer cuál es Leo y cuál el doberman porque en la foto de Leo salgo yo también, que si no...


Igualito que un doberman

Igualito que un doberman
A ver si saben cuál es cuál

8.7.05

Leo feroz

Hacía tiempo que no les hablaba de mi primo Leo aunque, en realidad, nos vemos casi todos los días un rato, en casa de la abuela.

Leo ya está grandote del todo. Vamos, casi como yo. Tampoco es que eso sea ser un perrín gigante, pero dice la abuela que ella esperaba que Leo fuera más chiquitín. Jo, si es aún más chiquitín no tengo por donde mordisquearle cuando jugamos a las peleas.

El caso es que ya está fuertote, crecidito, muy muy listo, avispado y ágil. Menudas juergas que nos metemos jugando a las peleas. Ahora ni siquiera tengo que llevar tanto cuidado como antes, cuando era un cachorrín, para no hacerle daño.

Pero el puñetero cuando se pone, se pone. Ahora, como estoy pelado ya no puede engancharme de la melena, así que el muy sinvergüenzón me mordisquea en los bigotes y me hace la envolvente continuamente.

Vean si no la cara de fiereza que se le pone a veces. Dice mi linda humana que Leo parece un doberman mini. Bueno, más que mini debería ser micro. Vamos, lo que se dice un auténtico peligro de chuchín.



Loco perdido se pone el Leo
Loco perdido se pone el Leo al jugar a las peleas

7.7.05

Asamblea perruna

A los perrines nos encanta saludarnos cuando nos tropezamos por la calle. Como sabrán, nuestra costumbre es saludar moviendo el rabito alegremente de un lado para otro, mientras inspeccionamos a nuestro colega justo debajo del rabito. La historia de porqué hacemos esa inspección es muy chula y la cuenta Verdi.

El caso es que es un momento muy divertido saludarnos así. Más divertido aún es si nos juntamos varios perrines para saludarnos.

El otro día fue ya el colmo. Coincidimos a la vez Patachula, mi colega al que le dí un abrazo el otro día, Bobby y yo.

En esta ocasión pude, además, darme cuenta de una cosa que antes se me había pasado por alto. Resulta que Patachula no es un perrín, sino una perrina, pero antes no me había dado cuenta, por eso de que siempre que nos habíamos visto había sido de forma rápida y accidentada.

Bueno, no vean el revoltijo que formamos saludándonos todos a la vez. Claro, de la emoción queremos saludarnos todos al mismo tiempo y nos montamos un lío que pa qué.

Vamos, lo que se dice una asamblea perruna.


Asamblea Canina
Ahí nos tienen en plena asamblea

6.7.05

Abrazo canino

Ehhh, colega ¿cómo estás? .

Cuánto tiempo... ¿qué es de tu vida?. Hacía mucho que no pasaba por este barrio y no sabía nada de tí.

¿Estás bien?. ¿Te cuidan bien tus humanos?. Buena pinta sí que tienes

Ven aquí. Dame un abrazo. Deja que te estreche entre mis paticas. ¡¡¡Guuuarraguuuauu!!!

Si es que... no hay nada como la amistad canina.


abrazo canino
Deja que te estreche entre mis paticas

4.7.05

Mis muy más mejores amiguitos: Patachula

El Patachula es un una reciente muy más mejor amiguito mío amiguita mía.

Cuando le conocí me dió un susto de muerte. Iba yo pasenado con el canalla junto al huerto ése donde me gustaba escaparme (hace tiempo ya, que ahora no me dejan) para corretear con el Morgan y perseguir liebres, que alguna vimos, aunque no hubo manera de cazar ninguna. Cómo corren las puñeteras...

El caso es que iba yo todo concentrado mirando en busca de alguna liebre al otro lado de la valla cuando me topé cara a cara con Patachula. Estaba intentando pasar la valla por debajo, y estaba medio enganchado, sin poder pasar para adelante ni para atrás. Entre el canalla y yo le ayudamos a salir. Se puso muy contento contenta y estuvo jugueteando un rato con nosotros.

Tan contento se puso Patachula por nuestra ayuda que decidió acompañarnos durante el resto del paseo. No vean lo contento que iba él ella.

Fue entonces cuando me dí cuenta de una cosa, que es la que le ha dado el nombre, pues no sabíamos como se llamaba. Resulta que Patachula tiene pupita en la pata delantera derecha. No sé bien qué le pasa pero apenas puede apoyarla. Tampoco parece que le duela mucho mucho, porque quiere jugar y corretea como puede con tres paticas, y cuando está parada apoya las cuatro patas.

Me dio mucha penita (al canalla, aunque se hace el duro, creo que también) porque al llegar a casa Patachula se quiso meter para adentro él también. Evidentemente, algún malnacido humano (por llamarlo de alguna manera) la había abandonado. Y claro, me dio pena, pero no puede ser. En mi casa ya estoy yo como perrín de la casa. Dos son multitud.

Cuando les miré de reojo ví que el canalla y mi humana ponían cara triste al verla pasar delante de la casa, cojeando pero sin perder la compustura, la dignidad y el buen talante. Los perrines, que somos muy sufridos.

¿No habrá por ahí algún humano que quiera dejarse adoptar por ella?. Es muy simpática y tierna.

Ánimo, Patachula, nosotros te dejaremos algo de comida a escondidas por la esquina del jardín que tú ya sabes.


Mi amiguia  Patachula
Mi amiguita Patachula tiene malita la pata derecha delantera

1.7.05

Adicto al guaraná

Me parece que de esta me voy a quedar drogadicio perdido.

Me ha vuelto a pasar. Lo he vuelto a hacer. Como con el calor ahora me dejan dentro de la casa y no puedo ver pasar a la gente de la calle, pues me aburro.

Llevaba ya un buen rato dándole mordiscos a mi huesico, pero se ve que con el calor de ahora se ha resecado vivo y no hay quien le saque jugo alguno. Y claro, también me he cansado de mordisquearlo.

Así que me he ido a la cocina, a inspeccionar qué podría haber por allí que me resultara divertido. Entonces, dentro de un cuenco y sobre la mesa, mi olfato ha creído reconocer una sustancia familiar.

Aprovechando mi agilidad y estilizado cuerpo de atleta, de un salto me he subido a la mesa (eso para los que van por ahí diciendo que estoy gordelio) y he enganchado el frasco del guaraná, sustancia con la que ya cogí una vez un buen pedo.

Lo he cogido con la boca y lo he lanzado por los aires, como me gusta hacer con mis juguetes favoritos. Lo he mordisqueado por aquí y por allá. Al contrario que el huesico, este chisme sí que se dejaba destrozar fácilmente por mis dientes, y he dejado la cajica hecha migas.

Ya estaba a punto de conseguir destapar el frasco cuando ha aparecido el canalla y me ha pillado en plena faena, y apenas me ha dado tiempo a meterle unos lametones a las pastillas de guaraná. Lo justo para ponerme a tope. Figúrense, cuando después hemos ido a casa de Leo, la paliza que le he pegado al jugar a las peleas.

Creo que me estoy volviendo un adicto al guaraná.

Las drogas, que son mu malas...

Bueno, les dejo que creo que me está viniendo el bajón. Me voy a mi camica a dormir la mona.



Enguaranao vivo que estoy
Apenas he conseguido destapar el frasco cuando ha llegado el canalla